XI Mostra d’Art Públic de Joves Creadors

FILLS DE LA PRECARIETAT "No more rain" a la Mostra d’intervencions artístiques de caràcter efímer als espais públics i edificis del Campus dels Tarongers.
Campus dels Tarongers. Avinguda dels Tarongers s/n.
Inauguració: Dilluns 20 d’octubre a les 12:30 hores, entre l’Aulari Nord i l’Edifici Departamental Occidental.
Del 20 al 24 d’octubre.
Organitza: CADE.
Més informació a la Setmana de Benvinguda en www.uv.es/cade/v/benvinguda/index.htm

España no aprovecha a sus titulados

El rapidísimo aumento de los titulados universitarios en las últimas dos décadas y el desequilibrio entre las carreras que eligen los jóvenes y las demandas concretas de un mercado de trabajo que no ofrece suficiente empleo de alta cualificación son las principales razones que ofrecen los expertos. Pero también hablan del ya proverbial alejamiento entre la empresa y la Universidad española, que se traduce en la falta de adecuación entre lo que los alumnos aprenden en las carreras -no sólo los contenidos concretos, sino las habilidades- y lo que luego necesitarán a la hora de trabajar.


Un problema que la Universidad española intenta resolver en su adaptación de sus titulaciones a Europa, pero cuyos posibles resultados tardarán en verse.
Según los últimos estudios, "Encajar la educación y mercado laboral siempre ha sido un desafío. Las personas con formación universitaria dominan y esperan un trabajo que se corresponda con su formación, pero por el contrario, especialmente en economías que cambian muy rápido, los empleos disponibles en el mercado sistemáticamente no encajan con la formación de la gente", comienza el estudio.

Y el resultado es que España es el tercer país que peor aprovecha esos recursos (que incluyen a los que, sin carrera universitaria, tienen empleos muy cualificados), sólo por delante de Estonia e Irlanda.
En España, un 38% de esos trabajadores, teniendo título superior, no está empleado como profesional o técnico de alta exigencia formativa. El resultado es que se tiene más universitarios trabajando por debajo de su formación que la mayoría de los países europeos.

Miguel Casas, portavoz de la asociación de alumnos universitarios FAEST, asegura con resignación que el fenómeno de la sobrecualificación no es nuevo, pero confía en la reforma universitaria europea, en la que está metida de lleno España.
Uno de los pilares de los cambios que ya están en marcha es hacer que la empresa colabore más con los campus para conseguir mejores salidas laborales de los titulados, que se supone que tendrán una formación más práctica.

Las empresas de trabajo temporal exhiben sin pudor su oferta a los jóvenes: puestos de teleoperador, camarero, reponedor, cajero, dependiente, 'gancho' para que las discotecas se llenen de clientes, encuestador... Cualquiera vale, y la demanda no encoge.
Al fin y al cabo, el trabajo dignifica al hombre. Y le permite pagar las facturas, que entienden poco de estratos sociales y de salarios. La práctica se extiende en algunos sectores: a los recién licenciados y diplomados que dan sus primeros pasos en la jungla laboral se les ofrece un puesto si se matriculan en otra carrera universitaria. Para que sigan cobrando en calidad de becarios. Y el panorama laboral obliga a aceptar las condiciones.
La precariedad es un concepto muy amplio; no tiene por qué ser sinónimo de temporalidad. Abarca más situaciones, como la de trabajar durante 12 horas diarias en un puesto fijo o la de sufrir la movilidad forzosa.

Por menos de 600 euros al mes, miles de jóvenes trabajan con la esperanza de hacer méritos y firmar un contrato indefinido. La mayoría está cualificada, encaja, tiene la formación necesaria, se ha especializado. Pero los cursos de postgrado ya sólo garantizan las prácticas en empresas y un curriculum lustroso que enviar a todas partes, ahora que el éxito en la inserción laboral depende más del marketing que del esfuerzo.
El círculo es vicioso: no hay trabajo para quien carece de experiencia, pero la experiencia no se adquiere sin trabajo. Lo que se acaba aceptando es un empleo que ni de lejos se asemeja al soñado en los años de carrera universitaria. Y cuando el paso del tiempo lo llena todo de facturas y proyectos, no queda más remedio que pasar por la empresa de trabajo temporal o el mostrador del Instituto Nacional de Empleo.